Cuando
el estudiante no sigue un plan programado de estudios y repasos, va almacenando
apuntes, fotocopias y libros para el examen final y confía en que ya encontrará tiempo y el modo de
salir finalmente del atolladero.
Después
de dos o tres días dedicados intensamente al estudio, por fin llega el examen,
que quizá logre aprobar por los pelos. A
continuación, un día de descanso para recuperarse de la fatiga y olvidar todo lo que ha sido
memorizado con tanto esfuerzo, pues esos datos ya no sirven para nada e incluso
son un estorbo para la preparación para
el próximo examen, que se preparará de un modo similar al anterior.
Casi
todos los estudiantes han practicado alguna vez la técnica del estudio
concentrado. Este método, que puede ser útil en un momento concreto para
preparar determinado examen y salir de un apuro, algunos lo toman como modelo y
les sirve para ir aprobando, pero tiene sus limitaciones y sus inconvenientes.
La
primera limitación consiste en el número de páginas que pueden ser recordadas,
50 páginas se pueden memorizar con bastante facilidad, 100 requiere un
considerable esfuerzo, 150 en tres días está reservado para los más
privilegiados.
Sobre
la memorización en las últimas 24 horas y que no ha sido repasado es sobre lo
que más actúa la curva del olvido. El 60% de aquello que el estudiante cree
memorizado en la noche de estudio puede haberse olvidado a la mañana del día
siguiente.
En
el estudio, al igual que en la comida, cuando se opta por el atracón, la
digestión de lo ingerido resulta difícil; es más, suele dar problemas de
asimilación.
Cuando
se estudia contrarreloj, se corre el riesgo de que no de tiempo a estudiar todos los temas, por lo que el éxito
en el examen termina convirtiéndose en una cuestión de azar.
Se
ha comprobado que cuando los profesores que cuando los profesores ponen
preguntas de los últimos temas, el número de suspensos es mayor que si las
preguntas son de los primeros, la razón es evidente: casi todos los alumnos
conocen bien los primeros; pues es por donde comienzan a estudiar; pero muy
pocos son lo que han estudiado, repasado y consolidado los conceptos de los últimos
temas. Los profesores saben esto, así que, cuando deciden poner un examen difícil,
eligen preguntas de las últimas lecciones.
Aprobar
y saber no son términos equivalentes. El resultado final es que el estudiante
ha logrado aprobar pero no sabe.
Los
efectos nocivos del estudio concentrado son: el suspenso, la sensación de
fracaso por no haber pasado el examen a pesar del esfuerzo realizado, la
regañina de los padres, el desánimo e incluso la depresión.
Existen
otras técnicas de trabajo intelectual. El empleo de estas técnicas no supone
para el estudiante un incremento del número de horas de estudio a lo largo del
tiempo. El estudiante ha de considerarse un profesional y todos los días dedicará unas horas al
estudio y a la preparación de exámenes.
Por
todas estas razones es importantísimo realizar un estudio planificado que te
permite estudiar, asentar y recordar los conocimientos sin ningún tipo de
problema.
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