martes, 28 de enero de 2014

La maravillosa sensación de estar viva

Hacía tiempo que no escribía en el blog ¡Con lo que a mí me gustaba escribir! Y mira que he tenido ganas en muchos momentos de estos últimos meses, pero no ha sido hasta hoy cuando he tenido la valentía de hacerlo. Entre tanto, he estado ocupada con mil cosas, muchas de ellas importantes, otras muchas sin importancia. Imagino que como todos y todas.
Hoy reflexiono, me paro y pienso que es lo que quiero y a donde quiero llegar. No solo a nivel profesional, sino a nivel personal. Las experiencias de mi vida han ido marcando mi forma de ser, que desde pequeña era inquieta. Pero ahora, a mis 32 años hay algo que dice que “o pare o cambie”. 
Son muchas semanas y meses las que me indican que algo hay que cambiar. Y todas esas veces van seguidas de un -¡que miedo!-.
El miedo es algo natural ante lo desconocido, es una sensación de malestar que se activa en el mismo momento que puede cambiar algo o alguna variable extraña aparece en escena o incluso en nuestra mente. Cuando aparece ,en este caso en nuestra mente, el miedo deja de ser tan natural y puede convertirse en patológico.
Todo esto significa que sentir miedo es parte del engranaje de emociones de los que estamos hechos. No podemos evitar sentir miedo, tristeza, ansiedad y malestar ante ciertas situaciones. Pero si podemos mejorar nuestra respuesta a estas emociones.
Hasta ahí la respuesta científica y profesional, pero ¿y el miedo patológico? Tenemos miedo a romper nuestras rutinas aunque no nos hagan felices. Nos imaginamos un tremendo abismo el tener que decidir el cambio para nuestra vida. Es curioso cómo nos enfrentamos a ella. Nos olvidamos de lo que somos, seres limitados con tiempo finito. Y nos aferramos a una situación como si no se fuera acabar nunca.
Imagino que también forma parte de la naturaleza humana la creencia de durabilidad, nos da estabilidad y la estabilidad da salud mental.
En mi caso, puedo decir, que no soy infeliz, soy optimista y tengo la suerte de estar rodeada de muchas personas a las que quiero, hay salud y estabilidad, pero ¿acaso debo de dejar de intentarlo? ¿Debo de dejar de querer cambiar? ¿Por miedo a…?
No sé si es inconformismo, inquietud, sueños o deseos, pero son muchos los días que me levanto pensando que algo se puede mejorar y hay que intentarlo. Y son las mismas las que el miedo y la comodidad hacen que no lo intente.
Y si soy profundamente sincera, no quiero ser cobarde ante la vida. Porque un día pasará algo que me frenará en seco y no será el momento entonces para ser valiente sino para ser fuerte.
Espero que los que me conocéis, podáis decir algún día: - Ella lo hizo, se arriesgo y probó la maravillosa sensación de estar viva-.
Feliz día a todos y a todas y gracias por leerme.
Mónica