domingo, 17 de junio de 2012

A mi pueblo

No es tiempo el que transcurre cuando miro tus horizontes tranquilos, ni es prisa cuando veo asomarte espléndida ante mis ojos. Me quedo absorta, pensando para mis adentros, porque no te conocí antes, porque supe apreciarte tarde. Hueles a hogar, a gente buena, a orgullo decorado, a tierra campesina, a vino nuevo y vinagre templado. Veo tus curvas quietas, tus lanzas al cielo, veo sonrojada tu más entregado trofeo. Tan agradecida estoy a tu mirada complacida, a tu abrazo del que algún día pasado me zafé buscando o creyendo a mejores brazos. No soy ni la mitad de lo que soy sin tus enseñanzas, sin mis recuerdos a tu ladote niña, de mujer, de traviesa, pícara y buena. La brisa de veranote recuerda que no es angosto tus días calurosos, que por mucho que me aleje y quiera olvidar amores y desventuras, pasiones y tristezas, siempre estaré hablando de ti, de tu cercanía, de tus aromas, de tus midas a veces amigas, otras justas, otras críticas. Tu me das el hogar que no encuentro en otros anhelos. Sierre has sido y serás La Palma, mi pueblo.